Me empezé a notar pesado, y descansé un poco.
Poco a poco me espabile y me sente a mirar el cielo, la montaña, y fueron las nubes las que me avisaron de que algo iba a pasar: se movían y jugaban para mí.
Llame a mi compañero y él tambien comenzo a verlas bailar, y entonces todo comenzó;
el color, la ligereza, la serenidad, la felicidad, el nudo y el picor interno que salia en cada sacudida y me provocaba bienestar, la conexion con las rocas con las plantas con el cielo y la tierra, con el universo y el infinito.
Y yo, no me sentía ahí, aparecía y me desvanecía del mundo. Cerraba los ojos y veia los colores y las formas bailar alocadamente y formando figuras caprichosas , colores cálidos primero, imagenes deserticas, colores frios y juegos de mosaicos y espirales ... sintiendome parte del todo por encima de ello, como observador objetivo.
Reflexiones filosoficas, respuestas a mis propias preguntas y a las ajenas tambien, clarividencia en la observacion , intuicion respecto a lo que te rodea, irradiando armonia y felicidad , por encima de cualquier mirada equivocada y cualquier prejucio del gentío. Mi refugio fue una flor al bajar de la montaña y entrar en la civilizacion. Suave al tacto y al espíritu, suave como el caminar pos las calles llenas de bullicio y estimulos visuales, pero a mi solo me bastaba cerrar los ojos para ver mas allá y salir de esa realidad.
Y al volver a la cama y tumbarme a oscuras, la marea de ideas me sobrecogía y me ponía a flotar en mi imaginacion siempre cambiante, siempre colorida y aberrante al mismo tiempo que enigmatica y simbolica, nunca con miedo ni con angustia, tan solo fluir y desaparecer en paz, el Nirvana.
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